lunes, 18 de enero de 2021

RECUERDO DE EDUARDO LÓPEZ JARAMILLO

Por Mauricio Ramírez Gómez

En 1997, al cumplir sus cincuenta años, Eduardo López Jaramillo decidió emprender la revisión de las traducciones de Constantin Cavafys que había publicado la Gobernación de Risaralda, doce años antes y que habían generado opiniones encontradas entre los lectores del viejo poeta alejandrino. Yo era entonces un joven desempleado, ávido de poesía. Era el candidato perfecto para emprender la dispendiosa tarea de digitar uno por uno los poemas y las notas de los Poemas canónicos. Sólo cuando concluí esa labor, que tomó varios meses, comprendí que había recibido la mejor lección sobre la manera de conocer a un poeta. Transcribir esos versos y comprobar los cambios que sufrían las traducciones, me dio la medida de la paciencia y el cuidado que tanto Cavafys como su traductor ponían en su trabajo. Una lección que me permitió emprender con paso seguro la recuperación que años después hice de los textos del poeta Jorge Gaitán Durán. 


Precisamente mientras transcribía las traducciones de Cavafys, una noche llegué a casa de Eduardo a entregar los poemas transcritos de ese día. Lo encontré planeando la siguiente emisión de su programa radial Sólo a dos voces, que emitía la Emisora Cultural de Pereira, en el que leía textos de autores de todas las épocas y latitudes. Tenía entre las manos la Obra literaria de Jorge Gaitán Durán. Para confirmar el interés que pudieran tener estos poemas entre la audiencia, me leyó “Si mañana despierto”, “Siesta”, “Sé que estoy vivo” y “La tierra que era mía”, con los que mi vida quedó atada a la del fundador de la Revista Mito. Para Eduardo escribí dos libros sobre Gaitán Durán que nunca pudo leer.

Siempre fue generoso con lo que sabía y leía, y lo desperdigó por teatros, auditorios, salones y a través de la radio, con el ánimo siempre de estimular la inteligencia de los otros. “No es apagando faros como se construye una cultura, sino encendiendo otros nuevos”, escribió alguna vez llamando la atención de sus coterráneos sobre el absurdo de concebir la creación como un terreno para la competencia, gran lastre de provincia.

Profesó siempre admiración por Octavio Paz, con quien tuvo la oportunidad de intercambiar ideas en Estados Unidos; y Jorge Zalamea, a quien conoció en Cali, en casa de su tío Lino Gil Jaramillo. Nunca dejó tampoco de expresar su gratitud por Camilo José Cela, por el especial interés en su ensayo Introducción a Sade, que se publicó en la revista Papeles de Son Armadans. Siguiendo esa huella de grandes editores, unido con el escritor Julián Serna Arango, quien estaba entonces al frente de la Biblioteca Pública de Pereira, Eduardo impulsó la creación de la revista Pereira cultural y la Colección de Escritores Pereiranos.

Tanto empeño por difundir las creaciones de sus coterráneos no le impidió sin embargo advertir los problemas de la creación en ciudades sin tradición literaria. Decía: “nuestros poetas son quizá demasiado espontáneos y muchas veces ignoran lo que significa, en rigor, la vocación de ser poeta”. Muchos escritores deseosos de reconocimiento recibieron mal sus críticas y acabaron por demeritar su obra.

Mi última conversación con Eduardo fue fugaz, la noche de la crisis de salud que precipitó su muerte. Presentaba una conferencia a propósito de su novela Memorias de la Casa de Sade (2002), recién publicada entonces. Dos días antes lo había visitado en su casa en compañía de nuestro amigo mutuo Humberto Bustamante. Disimulaba mal su estado de salud. Al llegar al sitio de su conferencia, me acerqué a saludarlo:

-¿Cómo estás?, le pregunté.

-Muy mal. Pasé una noche terrible.

Su palabra se fue apagando durante la conferencia hasta que le fue imposible continuar. Esa noche terrible culminó una semana después. Luego sobrevino el naufragio en el que sus recuerdos, como ocurre en el caso de todos los escritores, tardan en llegar a alguna orilla clara, para inspirar nuevas palabras. Seguimos haciendo votos para que baje la marea.

LINK: https://www.eldiario.com.co/seccion-d/la-aventura-de-los-libros-por-mauricio-ramirez-gomez-recuerdo-de-eduardo-lopez-jaramillo/

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