Lisímaco Salazar nació en Pereira, 1898 y esta ciudad dejó de existir en 1981. Contemporáneo de Luis Carlos González, los unió además de la poesía, una amistad entrañable, plasmada en cartas que permanecen inéditas.
Poeta, sindicalista y tipógrafo, Lisímaco dirigió en Pereira publicaciones como El Estro, Colombia Intelectual, Los Derechos y Bandera Roja. En ellas y en otras usó los seudónimos “Fedor” y “Fray Camilo”.
Sobre su único libro publicado, Senderos (Biblioteca de Autores Caldenses. Vol. 26.
Manizales: Imp. Departamental de Caldas, 1965), escribió Bernardo Trejos Arcila:
“Lisímaco
Salazar no ha hecho concesiones al grupo
imperante. Quizás por esto no ha sido ni
será un poeta de moda. Pero en cambio,
es honestamente sincero, y una bullente y varia sensibilidad discurre amplia y
desembarazada por esos poemas que, ora adoptan forma de endecha sentida o
confidente madrigal para cantar a la mujer amada, como en su colección de
sonetos; ora se colman de impávido arrojo para protestar contra la injusticia
social en “Miseria”; o aflora en ellos, de improviso, cierta fina socarronería,
como en algunos de sus Romances; y hasta la bohemia romántica de antaño tiene
su muestra en “Con arrestos de Guapo”.
Ofrecemos a continuación una muestra poética de Lisímaco Salazar:
INVOCACIÓN
AL DERECHO
No
es ciudadano, ni feliz, ni bueno,
y
vive de congojas y de tedio,
el
que deja las lindes de su predio
para
meterse en el cercado ajeno.
El
que cree que su vida lleva en pleno
por
este triste y miserable medio,
es
alguien que no tiene ya remedio;
es
áspid que inocula su veneno.
Distingamos
el PROPIO, el NUETSRO, el MIO
del
DE AQUEL, del AJENO y sin desvío
ya
podemos decir en el camino,
Como
dijo el filósofo altanero:
aquí
acaba el perfil de mi lindero
y
aquí empieza el lindero del vecino.
EL
TULIPÁN
Cerca
al despacho donde yo trabajo
existe
un tulipán de hojas escuetas,
que
por tiempos es rico de macetas
y
por tiempos es pobre hasta de un gajo.
Este
árbol viejo, sin querer, me trajo,
en
el camino de mi vida, inquietas
recordaciones,
que, cual mil saetas,
se
llegan al dolor mísero y bajo.
Como
este tulipán, tuve frondosas
hojas
y flores que, rodando airosas
llevóse
el viento en su infinito anhelo.
Mas
hoy, árbol senil, sin flores rojas,
sólo
soy un chamizo ya sin hojas,
buscando
a Dios en la mitad del cielo.
LUCRECIA
Mientras
Aura, mi mujer
limpiaba
el rostro a la casa.
Mientras
mi madre le hacía
le
hacía la permanente a las camas,
iba
yo hasta la cocina
con
un sigilo que pasma
y
le tocaba a Lucrecia
sus
dos formas camufladas.
Lucrecia
fue la sirvienta
más
buena que hubo en mi casa.
Lucrecia
se fue doblando
como
un junquillo en el agua,
porque
la pobre Lucrecia
nació
en laguna de plata;
Por
eso es que sus raíces
tienen
el color del nácar
y
por eso es que su tallos
los
dobla el viento pirata.
Pero
una tarde – recuerdo-
vi
que Lucrecia lloraba
con
un dolor que era pena,
con
una pena que era alma.
A
la mañana siguiente
el
silencio era su cama;
el
fogón un hemisitiquip
sin
una sola palabra.
Sobre
un estante ya viejo
las
hortalizas cansadas,
mirando
hacia todas partes,
por
Lucrecia preguntaban.
Ni
mi mujer, ni mi madre,
ni
persona de la casa
pudo,
en aquella emergencia,
pronunciar
una palabra.
El
tiempo que es un verdugo,
el
dolor que es un pirata
y,
en fin, la casualidad,
una
paloma sin alas,
me
pusieron una tarde
frente
a frente a la mucama
a
quien toqué en tiempos idos
sus
dos formas camufladas.
Lucrecia
no era ni sombra
de
la fámula de la casa.
Era
como un hemistiquio
sin
una sola palabra.
Como
Dios, hizo la vida
y
en su vientre la llevaba.
Lucrecia
fue la sirvienta
más
buena que hubo en mi casa
CON
ARRESTOS DE GUAPO
(Fragmento)
Con
arrestos de guapo, vocación de pirata,
cabalgué
los corceles de la tierra moruna
y
reté muchas veces a la pálida Luna
a
embestir a la Tierra con sus cuernos de plata.
Trepé
lomas enormes, crucé inmensos caminos,
me
posé sobre cerros que el destino me irroga;
cual
vaquero del mundo le abrí guasque a mi soga,
y
enlacé los picachos de los cerros vecinos.
Y
fui Dios. Creé vidas con mis locos placeres,
a
pesar de mi forma incomplexa y enferma.
Si
millones de óvulos recibiesen mi esperma,
crearía
en el mundo sextillones de seres.
Pereirano,
poeta, bebedor, vagabundo,
arranqué
de la vida, sin saber, varios quistes.
Me
burlé de los ríos por pequeños y tristes
ante
el piélago inmenso de los mares del mundo.